Hoy, por esas cosas de la
vida, estaba comentando con mi esposa el hecho de que todavía no
veía lo de la iniciativa para solicitar la revocatoria de mandato
del alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, y cual no sería nuestra
sorpresa cuando por Chapinero encontramos a un grupo de jóvenes con
camisetas naranjas con la leyenda “Fuera Petro”, haciendo la
correspondiente recogida de firmas para la propuesta.
Por supuesto que casi me
abalanzo sobre ellos para poder firmar la solicitud, me faltaron
manos para firmar y a mi esposa también.
Es que definitivamente no
se debería permitir que gente como esta juegue con el destino de la
capital del país.
Inepto, reaccionario e
improvisador supremo, el alcalde está empeñado en demostrar que aún
puede ser peor cada día, y que de nada vale tener títulos y
estudios si solo se quedan en un cartón; tanto posgrado perdido como el mismo Polo.
Si bien la culpa de que
Petro sea alcalde es de los que lo escogieron (como escogieron a
Lucho Garzón y a Moreno Rojas), otros reaccionarios que creen que
votar por el candidato del Polo (y todos saben que Progresistas es el
Polo reencauchado) es ser independiente e identificarse con lo
intelectual, cuando se ha demostrado que la izquierda en nuestro país
no tiene nada de eso y que son igual de aprovechados e incapaces que
los de derecha. La diferencia es que los de derecha manejan la
economía, así que deduzco que los votos del Polo, Progresistas o
como quieran llamarse es lo que yo llamo “votos de resentimiento”,
votos de los de abajo, que son engañados por esos avivatos que dicen
que los representan contra los oligarcas que desprecian a la clase
trabajadora y todo ese discursillo social venido a menos por sus
propias sandeces. Y ahora pretenden esconderse y decir que no fueron
ellos.
Los que antes apoyaban a
Petro son ahora los que más se quejan por su estilo autoritario e
irracional, o se quedan callados al respecto (¿que le pasó a De
Roux que ya no habla en ningún lado).
Es cuando menos curioso que
una persona con un coeficiente intelectual tan alto (algo que sus
partidarios ponderan como si con eso se ganara el puesto de mesías
de la ciudad y debiera perdonarsele todo) pueda tomar decisiones tan
absurdas y estúpidas. Vale, todos tenemos derecho a equivocarnos y
hacer tonterías alguna vez en la vida, pero nada justifica hacerlas
todos los días, y además, afectando a una ciudad de más de ocho
millones de habitantes, no, para eso no hay derecho.
Los invito a firmar la
iniciativa, pero por favor no vayan firmandola por ahí cada vez que
vean a los muchachos con sus planillas recogiendo las firmas, porque
eso la invalida, y lo que menos se necesita es perder firmas por
querer repetirse.
Petro cree, erróneamente,
que seguirá en el cargo por más estupideces que haga, porque ya es
uno de los de arriba y nadie puede reclamarle nada, ¿y los de
abajo?... ¡los de abajo YA NO SE LO aguantan!
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